Primeros pasos hacia las estrellas
Riders to the Stars (1954) es el título original de la película conocida en los países de habla hispana como El Cohete Conquistador o Pilotos a las Estrellas. Fue producida por la compañía independiente Ivan Tors Productions y distribuida a través de la major United Artists. Se trata de la segunda entrega de la trilogía sobre la Oficina de Investigación Científica (OSI), iniciada por El Monstruo Magnético y seguida por Gog, el Monstruo de Cinco Manos. El film supuso el debut como director de Richard Carlson, quien lo protagoniza junto a William Lundigan, Martha Hyer, Herbert Marshall, Dawn Addams, Robert Karnes y King Donovan. El guión del especialista en el género Curt Siodmak está basado en una historia del mismo Ivan Tors, la cual describe cómo tres hombres son entrenados para llevar sendos cohetes al espacio con el fin de capturar un meteoro y determinar la composición que le permite resistir los rayos cósmicos. Harry Sukman compuso la banda sonora. No obstante su limitado presupuesto, Riders to the Stars se filmó en color y buscando — dentro de lo posible — un realismo casi documental.
Póster de la película (foto: Wrong Side of the Art!)
La película es fascinante por ilustrar la visión de los años 1950 acerca de la entonces futurista idea del viaje espacial, al estilo de la precedente Con Destino a la Luna. Como era típico de algunas de sus contemporáneas, el guión se recrea en los aspectos tecnológicos y muchos diálogos terminan siendo disertaciones en jerga pseudocientífica. El público del momento tenía gran interés en la materia y a menudo dichas películas priman la "autenticidad" a expensas del drama. Aun así, hay en algunos personajes de Riders... un matiz perturbador; el film también se vuelve sorprendentemente lúgubre en su desenlace. A pesar de la ilimitada confianza en el progreso científico de la época, parece como si la conquista del espacio fuese una tarea casi sobrehumana, sólo alcanzable a costa de sacrificios heroicos (algo que contrasta con la prosaica indiferencia actual).
Herbert L. Strock, productor asociado de la película, realizó el montaje como un favor hacia su buen amigo el actor-director Richard Carlson. Strock dirigió las escenas en las que aparecía Carlson, ya que este último no se consideraba adecuado para dirigir su propia interpretación, y asimismo — gracias a su experiencia en la mesa de edición — fue capaz de mantener el rodaje dentro del presupuesto. El otro productor asociado, Maxwell Smith, documentó la parte científica del guión, la cual se ve hoy algo desfasada.
Aunque algunos críticos la han desdeñado precisamente por los errores de su ciencia, Riders to the Stars se toma en serio a sí misma sin resultar pretenciosa y está hecha con absoluta convicción (e interpretada, si no con inspiración, sí con eficacia y sinceridad). Los afanes para dotar de realismo al film — por ejemplo, el rodaje en un centrifugador, la selección de las imágenes de archivo o el aspecto funcional del atrezzo — lo hacen interesante para el espectador. También resulta cautivador analizar las muchas diferencias con la verdadera naturaleza del vuelo espacial, por entonces una incógnita para la que nadie tenía demasiadas respuestas: astronautas a los que se oculta el propósito de las pruebas; lanzamientos espaciales preparados en cuestión de semanas; y pocos ensayos previos, sólo un incierto salto a lo desconocido. La película está disponible para visionado gratuito en The Internet Archive.
La Oficina de Investigación Científica establece que el único material capaz de soportar los rigores del viaje espacial es el metal ultradenso que forma los meteoros. Un grupo de doce candidatos es seleccionado por una computadora y llevado con el máximo secreto a la base de la Fuerza Aérea de Snake Mountain. Allí se les somete a una penosa serie de pruebas, revelándose al fin que el objetivo de las mismas es seleccionar astronautas. Tres son los elegidos, pero ¿regresarán todos ellos?
Los aspirantes a pilotos espaciales son cuidadosamente examinados (foto: The Dwrayger Dungeon)
No todos podrán superar las durísimas pruebas (foto: The Dwrayger Dungeon)
Se desvela el fantástico objetivo de la misión (foto: The Dwrayger Dungeon)
El lanzamiento — las imágenes corresponden a la prueba real de un V-2 en White Sands, Nuevo México (foto: The Dwrayger Dungeon)
La esperada — y temida — lluvia de meteoros (foto: The Dwrayger Dungeon)
Los mortales peligros del espacio (foto: The Dwrayger Dungeon)
Luchando por controlar su nave (foto: The Dwrayger Dungeon)
¿Hay supervivientes? (foto: The Dwrayger Dungeon)
Escena de la película (vídeo: YouTube)
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