lunes, 31 de agosto de 2015

El Día del Fin del Mundo

Sobreviviendo al desastre


El Día del Fin del Mundo (1955) es la cuarta película como director de Roger Corman, la primera del género de la ciencia-ficción. Con un presupuesto de unos 96.000 dólares, Corman la produjo junto a Alex Gordon para la modesta Golden State Productions. El guión de Lou Rusoff se apropia descaradamente del planteamiento de Cinco (1951): después de una guerra nuclear, un variopinto grupo de personas — incluyendo un ranchero y su hija, un geólogo, un ratero y la "amiguita" de éste — tratan de sobrevivir, enfrentados entre sí y a una horrenda criatura mutante. El film fue distribuido por American Releasing Corporation en programa doble con El Fantasma de las 10.000 Leguas y entre ambos recaudaron en dos meses la nada despreciable cantidad de 400.000 dólares. En el reparto aparecen Richard Denning, Lori Nelson, Adele Jergens, Mike (acreditado como "Touch") Connors, Paul Birch y Raymond Hatton; el presentador de la NBC Chet Huntley, quien no figura en los créditos, presta su voz como narrador. Un colaborador habitual de Corman, Ronald Stein, escribió la banda sonora. Existe un remake de 1967 que reproduce el original casi al pie de la letra.

Póster de la película (foto: FilmAffinity)

Al productor James H. Nicholson, de American International Pictures, se le ocurrió el título Day the World Ended — literalmente El Día que Acabó el Mundo — y encargó a Lou Rusoff que escribiese un guión a tono. A partir del escenario básico de la solemne Cinco, Rusoff dio un giro sensacionalista a la trama añadiendo un monstruo caníbal con tres ojos y otras truculencias. Al transformar el serio mensaje de su precedente al lenguaje pulp, El Día... estableció la pauta para los films postapocalípticos de serie B durante el resto de la década. Hoy en día es fácil predecir las tensiones internas que surgirán en el grupo, así como qué personajes van a morir (y en qué orden). La película está llena de alusiones bíblicas y su final recuerda inevitablemente al Jardín del Edén.

El limitado presupuesto del film se hace dolorosamente evidente en aspectos como la tosca fotografía o la cámara virtualmente inmóvil — por no mencionar al mutante hecho de goma, concebido (y encarnado) por Paul Blaisdell. El propio Roger Corman "interpreta" a Nelson, el prometido de Louise, en el retrato que ésta conserva. Al parecer, el rodaje se completó en nueve días. La película se desarrolla no obstante con innegable vigor y convicción. Paul Birch ofrece una actuación llena de matices como el ranchero Maddison, y no se duda ni por un momento de que todos los implicados creen en lo que predica la historia.

El mundo ha sido devastado en un holocausto atómico. Un grupo de siete personas encuentra refugio en un valle protegido por montañas ricas en yacimientos de plomo, propiedad del capitán naval retirado Jim Maddison y su hija Louise. Maddison se resiste a admitir a los demás, ya que los suministros son limitados, pero Louise intercede. Pronto aparecen conflictos de naturaleza romántica entre dos pretendientes de Louise, el delincuente Tony Lamont y el geólogo Rick — a despecho de Ruby, novia del primero. Pero éstos pasan a segundo plano cuando se descubre que el valle está infestado por plantas y animales que han sufrido monstruosas mutaciones debidas a la radiación. Y no pasa mucho tiempo antes de que empiecen a merodear por la zona algunos mutantes humanos...

Maddison no confía en Tony (foto: 3B Theater Poster Archive)

Louise y Rick encuentran mutuo consuelo (foto: 3B Theater Poster Archive)

Despojos inquietantes (foto: 3B Theater Poster Archive)

El mutante radiactivo parece sentir una obsesión por la hija del ranchero (foto: 3B Theater Poster Archive)

La tensión entre Tony y Ruby se hace insoportable (foto: 3B Theater Poster Archive)

¿Cuáles son las intenciones del monstruo? (foto: 3B Theater Poster Archive)

Trailer de la película (vídeo: YouTube)

El día del fin del mundo (1955) on IMDb


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lunes, 24 de agosto de 2015

Batalla Más Allá del Sol

La versión de la otra parte


Batalla Más Allá del Sol, cuyo título original Небо зовет/Nebo zovyot significa "Los Cielos Llaman", es un largometraje soviético de ciencia-ficción estrenado en 1959. Dirigido por Aleksandr Kozyr y Mikhail Karzhukov para los Estudios Dovzhenko, el film relata una ampulosa historia entre visionaria y propagandística del propio Karzhukov (desarrollada en el guión de Aleksei Sazonov y Yevgeni Pomeshchikov). La trama de rivalidad entre soviéticos y estadounidenses por ser los primeros en poner pie en el planeta Marte tiene la originalidad de presentar a los comunistas como "los buenos" y anticipar la colaboración internacional en la exploración del espacio. Aunque considerada aburrida por los pocos al otro lado del Telón de Acero que la han visto, la película destaca por un diseño de producción excepcionalmente bueno. Los principales intérpretes son Ivan Pereverzev, Aleksandr Shvorin, Konstantin Bartashevich, Gurgen Tonunts, Valentin Chernyak, Viktor Dobrovolsky, Alla Popova, Taisiya Litvinenko y Larisa Borisenko. El compositor Yuliy Meitus escribió la grandilocuente banda sonora.

Póster de la película (foto: Wrong Side of the Art!)

La película es mucho más conocida en Occidente a través de la notoria reedición producida por Roger Corman, quien compró por 10.000 dólares los derechos de distribución y adaptación «a los gustos estadounidenses» — tal como él los imaginaba. Corman contrató para la tarea a un joven estudiante de cine llamado Francis Ford Coppola (bajo el pseudónimo de Thomas Colchart), y entre ambos sustituyeron el conflicto Este-Oeste por otro Norte-Sur, "americanizaron" los nombres del reparto, e insertaron unas inenarrables escenas de monstruos con aspecto de genitales masculinos y femeninos. El resultado, trece minutos más corto que el original, fue estrenado por American International Pictures en 1962 con el título de Battle Beyond the Sun.

Póster de la reedición estadounidense (foto: Wrong Side of the Art!)

El ciudadano soviético tenía gran interés por la Carrera Espacial en un momento — entre el lanzamiento del primer satélite artificial, el Sputnik 1, y el primer vuelo espacial tripulado, el de Yuri Gagarin — en que su país estaba claramente por delante. Yuri Schvech, director artístico del film, era un experto en la tecnología espacial contemporánea que había participado veinticinco años antes en Космический рейс/Kosmicheskiy reys. Sus imaginativos diseños se basaron siempre en conocimientos científicos, con rasgos verosímiles y factibles. Schvech trabajó en la construcción de los modelos de mayor tamaño, pero poco después abandonó la producción alegando que la tensión era demasiado grande. El director y guionista Mikhail Karzhukov supervisó entonces las escenas con efectos especiales, mientras que Aleksandr Kozyr dirigió a los actores — con un toque sencillamente glacial.

Karzhukov empleó tres modelos de la estación espacial con tamaños diferentes, permitiendo filmar a múltiples distancias y con variedad de puntos de vista. También utilizó modelos separados (de dos metros de altura) para las zonas superior e inferior de la estación que incluían cosmonautas en miniatura. Se construyó asimismo un decorado a tamaño real de una de las cubiertas de atraque. La iluminación se cuidó especialmente y da una apariencia realista a muchas escenas.

Los críticos valoran Batalla Más Allá del Sol como un film extraordinariamente lento y mal interpretado; pero, aunque muchos efectos no sean demasiado buenos, su fascinante aspecto visual sigue llamando la atención — hace que La Conquista del Espacio parezca una película de serie B. Stanley Kubrick utilizaría dibujos y soluciones gráficas de este film en su obra 2001: una Odisea del Espacio (1968).

Una expedición científica soviética prepara la primera misión a Marte. Su nave espacial Patria ha sido construida en una estación que orbita la Tierra, donde espera la orden de partida. Antes de que esto suceda, llega la nave estadounidense Tifón tras haber experimentado problemas técnicos, albergando en secreto las mismas intenciones de conquistar el Planeta Rojo. En un intento de mantenerse por delante de los soviéticos, los americanos inician el viaje sin la adecuada preparación, y pronto vuelven a verse en dificultades. La Patria cambia de rumbo para salvar a los astronautas occidentales. Aunque lo consiguen, descubren que sus reservas de combustible ya no son suficientes para alcanzar Marte, por lo que se ven obligados a efectuar un aterrizaje de emergencia en el asteroide Ícaro al pasar éste cerca del planeta. Cuando el plan de enviar combustible mediante un cohete no tripulado fracasa, un cosmonauta parte a bordo de la Meteoro en una misión de rescate potencialmente suicida...

La plataforma de la estación espacial soviética (foto: Pizarra del Espectador)

Cosmonautas sobre Ícaro contemplan el Planeta Rojo (foto: Pizarra del Espectador)

Escena de la película (vídeo: YouTube)

Batalla más allá del sol (1959) on IMDb


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lunes, 17 de agosto de 2015

El Ojo

Te matará sin pestañear


El Ojo es un largometraje británico de ciencia-ficción/horror de 1958 cuyo humilde origen es la miniserie de televisión The Trollenberg Terror, emitida por la compañía británica ATV a finales de 1956. En los Estados Unidos se acortó su duración y se la llamó The Crawling Eye, aunque en sucesivos reestrenos tuvo títulos como Creature from Another World, The Creeping Eye y The Flying Eye. La versión cinematográfica fue producida por Robert S. Baker y Monty Berman para la pequeña Tempean Films — compañía que también había financiado el original. Jimmy Sangster adaptó el guión televisivo de Peter Key, mientras que tanto el serial como la película fueron dirigidos por Quentin Lawrence. Eros Films Ltd. distribuyó el film en el Reino Unido y Distributors Corporation of America en los Estados Unidos. Los principales intérpretes son Forrest Tucker, Laurence Payne, Jennifer Jayne, Janet Munro y Warren Mitchell. Stanley Black, más conocido como director de orquesta, compuso una partitura sorprendentemente buena. La trama describe cómo el mediador de la ONU Alan Brooks y el periodista Philip Truscott investigan los extraños accidentes ocurridos en una montaña cerca de Trollenberg, Suiza, y terminan descubriendo una siniestra invasión alienígena.

Póster de la versión estadounidense (foto: Wrong Side of the Art!)

Tras el arrollador éxito de la BBC con su serie The Quatermass Experiment (y el de la posterior película), la emisora privada ATV concibió algo en la misma línea como parte de sus Saturday Serials, un thriller de ciencia-ficción con elementos de misterio y terror llamado The Trollenberg Terror. Sus seis episodios mantuvieron a la audiencia pegada a la butaca y la productora, viendo lo que había hecho la Hammer con Quatermass, reconoció las posibilidades y preparó una versión fílmica: el resultado todavía se recuerda como una de las películas más inquietantes de la época, incluso aunque algunos de sus momentos más aterradores sean en cierto modo ilógicos. Quentin Lawrence, cuya dirección en el serial había sido mucho más pausada, mantiene en El Ojo un ritmo tan alto, sin embargo, que el espectador tiende a saltarse los aspectos incoherentes — ayudado, desde luego, por la pura truculencia de algunas escenas.

Otros aciertos de la producción son el equilibrado guión de Sangster, capaz de comprimir los mejores momentos del original en menos de noventa minutos, y la cuidada fotografía de Monty Berman, que alterna deliberadamente planos generales simples y realistas con otros más elaborados en las escenas dramáticas. Por último, las actuaciones son en general excelentes. El estadounidense Forrest Tucker fue elegido para interpretar el rol de Brooks, personaje que no aparecía en la serie; por entonces se pensaba que encabezar el reparto de una película británica con una reconocible figura americana dispararía sus expectativas en la taquilla local y también ayudaría a acceder al mercado estadounidense. Laurence Payne conservó el papel de Truscott, ahora coprotagonista. Janet Munro ofrece una de las mejores interpretaciones de su trágicamente corta carrera como la clarividente Anne Pilgrim. Lo peor del film quizás sea la baja calidad de algunos efectos especiales y un argumento algo previsible.

El monstruo de El Ojo aparece brevemente en la novela Eso (1986) de Stephen King. John Carpenter ha declarado que esta película, con sus criaturas ocultas entre nubes, fue su inspiración para La Niebla (1980).

En un remoto pueblo alpino comienzan a desaparecer montañeros; al principio se piensa que podría tratarse de simples accidentes. Pero la llegada de las dos hermanas Pilgrim, una de las cuales siente una especie de conexión telepática con alguien o algo de la montaña, atrae el interés del norteamericano Alan Brooks, mediador de Naciones Unidas. Brooks sospecha que las desapariciones están relacionadas con una serie de incidentes similares ocurridos tres años antes en los Andes en los que estaba presente una inexplicable formación nubosa. Junto al profesor Crevett, quien ha estado controlando los niveles de radiación en la zona por orden del Gobierno suizo, y al reportero inglés Philip Truscott, descubren que la Tierra ha sido invadida por una raza de alienígenas gigantescos camuflados en una densa nube radiactiva. Hasta ahora se han contentado con ocultar su existencia y experimentar telepáticamente con algunos sujetos humanos, pero el profesor cree que están a punto a descender de la cumbre y envolver el pueblo como preludio de un ataque a gran escala...

Una extraña nube en la cara sur del Trollenberg que nunca se mueve (foto: The Dwrayger Dungeon)

El profesor Crevett revela que la nube es radiactiva — y Brooks recuerda (foto: The Dwrayger Dungeon)

La psíquica Anne Pilgrim tiene una horrible premonición (foto: The Dwrayger Dungeon)

Truscott, Brooks y el alcalde Klein, horrorizados (foto: The Dwrayger Dungeon)

La gélida nube mortal desciende sobre Trollenberg (foto: The Dwrayger Dungeon)

Anne es atacada por un esclavo mental de los alienígenas (foto: The Dwrayger Dungeon)

El Observatorio de Crevett, último refugio (foto: The Dwrayger Dungeon)

«¡No!» (foto: The Dwrayger Dungeon)

Trailer de la película (vídeo: YouTube)

The Trollenberg Terror (1958) on IMDb


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lunes, 10 de agosto de 2015

El Cohete Conquistador

Primeros pasos hacia las estrellas


Riders to the Stars (1954) es el título original de la película conocida en los países de habla hispana como El Cohete Conquistador o Pilotos a las Estrellas. Fue producida por la compañía independiente Ivan Tors Productions y distribuida a través de la major United Artists. Se trata de la segunda entrega de la trilogía sobre la Oficina de Investigación Científica (OSI), iniciada por El Monstruo Magnético y seguida por Gog, el Monstruo de Cinco Manos. El film supuso el debut como director de Richard Carlson, quien lo protagoniza junto a William Lundigan, Martha Hyer, Herbert Marshall, Dawn Addams, Robert Karnes y King Donovan. El guión del especialista en el género Curt Siodmak está basado en una historia del mismo Ivan Tors, la cual describe cómo tres hombres son entrenados para llevar sendos cohetes al espacio con el fin de capturar un meteoro y determinar la composición que le permite resistir los rayos cósmicos. Harry Sukman compuso la banda sonora. No obstante su limitado presupuesto, Riders to the Stars se filmó en color y buscando — dentro de lo posible — un realismo casi documental.

Póster de la película (foto: Wrong Side of the Art!)

La película es fascinante por ilustrar la visión de los años 1950 acerca de la entonces futurista idea del viaje espacial, al estilo de la precedente Con Destino a la Luna. Como era típico de algunas de sus contemporáneas, el guión se recrea en los aspectos tecnológicos y muchos diálogos terminan siendo disertaciones en jerga pseudocientífica. El público del momento tenía gran interés en la materia y a menudo dichas películas priman la "autenticidad" a expensas del drama. Aun así, hay en algunos personajes de Riders... un matiz perturbador; el film también se vuelve sorprendentemente lúgubre en su desenlace. A pesar de la ilimitada confianza en el progreso científico de la época, parece como si la conquista del espacio fuese una tarea casi sobrehumana, sólo alcanzable a costa de sacrificios heroicos (algo que contrasta con la prosaica indiferencia actual).

Herbert L. Strock, productor asociado de la película, realizó el montaje como un favor hacia su buen amigo el actor-director Richard Carlson. Strock dirigió las escenas en las que aparecía Carlson, ya que este último no se consideraba adecuado para dirigir su propia interpretación, y asimismo — gracias a su experiencia en la mesa de edición — fue capaz de mantener el rodaje dentro del presupuesto. El otro productor asociado, Maxwell Smith, documentó la parte científica del guión, la cual se ve hoy algo desfasada.

Aunque algunos críticos la han desdeñado precisamente por los errores de su ciencia, Riders to the Stars se toma en serio a sí misma sin resultar pretenciosa y está hecha con absoluta convicción (e interpretada, si no con inspiración, sí con eficacia y sinceridad). Los afanes para dotar de realismo al film — por ejemplo, el rodaje en un centrifugador, la selección de las imágenes de archivo o el aspecto funcional del atrezzo — lo hacen interesante para el espectador. También resulta cautivador analizar las muchas diferencias con la verdadera naturaleza del vuelo espacial, por entonces una incógnita para la que nadie tenía demasiadas respuestas: astronautas a los que se oculta el propósito de las pruebas; lanzamientos espaciales preparados en cuestión de semanas; y pocos ensayos previos, sólo un incierto salto a lo desconocido. La película está disponible para visionado gratuito en The Internet Archive.

La Oficina de Investigación Científica establece que el único material capaz de soportar los rigores del viaje espacial es el metal ultradenso que forma los meteoros. Un grupo de doce candidatos es seleccionado por una computadora y llevado con el máximo secreto a la base de la Fuerza Aérea de Snake Mountain. Allí se les somete a una penosa serie de pruebas, revelándose al fin que el objetivo de las mismas es seleccionar astronautas. Tres son los elegidos, pero ¿regresarán todos ellos?

Los aspirantes a pilotos espaciales son cuidadosamente examinados (foto: The Dwrayger Dungeon)

No todos podrán superar las durísimas pruebas (foto: The Dwrayger Dungeon)

Se desvela el fantástico objetivo de la misión (foto: The Dwrayger Dungeon)

El lanzamiento — las imágenes corresponden a la prueba real de un V-2 en White Sands, Nuevo México (foto: The Dwrayger Dungeon)

La esperada — y temida — lluvia de meteoros (foto: The Dwrayger Dungeon)

Los mortales peligros del espacio (foto: The Dwrayger Dungeon)

Luchando por controlar su nave (foto: The Dwrayger Dungeon)

¿Hay supervivientes? (foto: The Dwrayger Dungeon)

Escena de la película (vídeo: YouTube)

Riders to the Stars (1954) on IMDb


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lunes, 3 de agosto de 2015

Hijos del Espacio

«Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como niños...»


La casi desconocida Hijos del Espacio, de 1958, es una extraña película notablemente alejada de los tópicos de la ciencia-ficción de la época, aunque sea debida a dos personalidades del género como el productor William Alland y el director Jack Arnold. Fue la primera producción de Alland con Paramount Pictures y la penúltima película fantástica de Arnold. El film se basa en The Egg, una historia no publicada de Tom Filer, que adaptó con significativas alteraciones el guionista Bernard C. Schoenfeld. Cuenta cómo un cerebro alienígena se comunica telepáticamente con los hijos de varios científicos que participan en el desarrollo de una nueva arma, empujando a los niños a sabotear el trabajo de sus padres. En el reparto aparecen Adam Williams, Peggy Webber, Jackie Coogan, Richard Shannon, Raymond Bailey y Russell Johnson, junto a los jóvenes Michel Ray, Johnny Washbrook, Sandy Descher y Johnny Crawford. Van Cleave escribió la música. Paramount distribuyó el film en programa doble con El Coloso de Nueva York, otra producción de William Alland.

Póster de la película (foto: Wrong Side of the Art!)

Casi toda la película se filmó en un puñado de decorados sumamente espartanos y con escasos alardes visuales. El "cerebro" alienígena fue fabricado con plástico por Ivyl Burks, jefe del departamento de atrezzo de la productora. En su estado final, la criatura pesaba unos 500 kilos, medía metro y medio de ancho por tres metros de largo, y contenía luces de neón por valor de 3.300 dólares. La recepción de Hijos del Espacio no fue buena y todavía hoy es uno de los trabajos más infravalorados de Jack Arnold (también, curiosamente, el más personal).

En muchos sentidos, este film es una especie de continuación — que no una secuela — de Vinieron del Espacio (1953). El que sea además un tipo de ciencia-ficción políticamente atrevida no hace sino añadirle encanto y permite pasar por alto sus evidentes limitaciones (acción prosaica, mensaje obvio). Arnold era un experto en conseguir algo — a veces algo sustancial — con muy poco. Para empezar, muchos de los actores interpretan papeles insólitos en sus carreras, una oportunidad de hacer algo diferente que se toman muy en serio; por su parte, los protagonistas infantiles se muestran sencillos y naturales. Este cuento pacifista a contracorriente se rodó apenas unos meses después del lanzamiento del Sputnik soviético, el cual desató el pánico en los Estados Unidos e inició una Carrera Espacial de abierto impulso militar. La idea de enviar armas al espacio estaba — otra vez — de plena actualidad y Arnold tuvo la audacia de hacer una película que decía enfáticamente «¡no!».

La infame Plataforma Espacial Militar propuesta por el Secretario de Defensa James Forrestal en 1948 (foto: Project 1947)

La obra del director destaca entre las películas de serie B de sus contemporáneos; en particular, sus films poseen un soberbio sentido de la atmósfera, capaz de mostrar de una forma hechizante a los personajes aislados (real o metafóricamente) en medio de los paisajes de la Tierra. El soliloquio de Richard Carlson en Vinieron del Espacio cuando describe el desierto de Arizona encuentra su eco en las palabras de Michel Ray: «todo este océano y arena es como si fuera otro mundo». Entre los momentos más innegablemente inquietantes figuran las recurrentes escenas de los chicos adentrándose en la cueva.

La idea de unos niños "poseídos" por un ente alienígena sería tratada con otro tono en la perturbadora El Pueblo de los Malditos (1960). Como quiera que ha habido cierta polémica respecto a si los "hijos del espacio" actuaban bajo el control de la criatura espacial o por propia voluntad, la cita bíblica con la que termina la película (San Mateo, Capítulo 18, versículo 3) apunta decididamente hacia la segunda posibilidad.

Dave Brewster empieza su trabajo como técnico electrónico en una base ultrasecreta de la Fuerza Aérea. Con él están su esposa Anne y sus hijos Bud y Ken, todos ellos recelosos del repentino traslado, así como de la austera existencia que todas las familias allí soportan. Apenas llegan, Bud y Ken ven una extraña luz en el cielo que apunta hacia la costa y poco después parecen recibir comunicaciones telepáticas cada vez más fuertes — y detalladas — de origen desconocido. Los chicos son arrastrados, junto con los niños de otras familias, a una solitaria cueva cercana a la playa, donde se oculta una presencia alienígena (en la forma de un enorme cerebro que no deja de crecer). Al principio, el cerebro intenta que los niños persuadan a sus padres de que completar su proyecto — un misil llamado "The Thunderer", que pondrá en órbita una bomba de hidrógeno capaz de alcanzar cualquier objetivo en caso de que los Estados Unidos se vean amenazados — es demasiado peligroso. Sólo el doctor Wahrman, inventor del misil, les presta alguna atención. A medida que el momento del lanzamiento se acerca, el alienígena toma medidas más directas...

Una nueva vida en el sur de California que no entusiasma a todos (foto: DVDBeaver)

Extrañamente atraídos hacia la cueva (foto: DVDBeaver)

El ente alienígena con su aspecto inicial (foto: DVDBeaver)

Dave y Anne no saben cómo tratar a su rebelde prole (foto: DVDBeaver)

Joe Gamble, el brutal padrastro de Tim (foto: DVDBeaver)

Los burócratas no tienen oídos para los niños (foto: DVDBeaver)

Los "hijos del espacio" (foto: DVDBeaver)

Un rayo transportador se lleva al ser extraterrestre (foto: DVDBeaver)

Escena de la película (vídeo: YouTube)

The Space Children (1958) on IMDb


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